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UNA VITAMINA DE CARÁCTER

Actualizado: 7 oct 2022

Un nivel alto de energía y una robusta salud nerviosa son imposibles sin abundante tiamina (la vitamina B-1). A principios del siglo XX se descubrió que un misterioso micronutriente era capaz de curar varias enfermedades neurodegenerativas mortales, muy notablemente el Beri-Beri (una polineuritis que causa debilidad absoluta con pérdida total de movilidad) y el síndrome de Wernicke-Korsakoff, resultante de la malnutrición avanzada por alcoholismo. La vitamina B-1 o tiamina induce la formación de una singular sustancia, la mielina, un material biológico con propiedades especiales que envuelve y protege cada uno de los axones neuronales. Nuestras células nerviosas se conectan gracias a cientos de diminutas protrusiones llamadas dendritas, que se tocan entre sí como dedos sensibles, pero al mismo tiempo, cada neurona cuenta con un axón o prolongación larga -un finísimo “cable” biológico- que hace las veces de conductor, cubriendo incluso grandes distancias dentro del cuerpo. Dichos axones están forrados exteriormente de mielina, sin la cual los impulsos nerviosos no pueden propagarse apropiadamente de una célula a otra. La tiamina también está conectada con la capacidad intelectual, la fuerza de voluntad y la coordinación motora.

Fig.1 Corte transversal de un haz de nervios, cada uno recubierto de mielina.


Muchos de los síntomas físicos y psíquicos sin explicación de las personas que consumen la dieta norteamericana estándar (SAD) son signos de deficiencia vitamínica. Estas deficiencias generan fatiga crónica, cicatrización pobre, bajo rendimiento intelectual, y depresión. Dadas las cualidades neuro-regenerativas de esta vitamina, inicialmente se le llamo “aneurina”, y posteriormente tiamina, por sus características moleculares. La tiamina es un requerimiento absoluto en la dieta de los mamíferos, que la precisan como parte de varias enzimas o catalizadores biológicos. Recordemos que la concentración intracelular de estas enzimas, es decir, la presencia y disponibilidad de estos aceleradores de reacciones bioquímicas, es esencial para el metabolismo de los animales superiores, los invertebrados y casi todos los organismos unicelulares. Carecer enteramente de tiamina es pues incompatible con la vida, pero padecer de una deficiencia crónica de B-1, si bien no nos mata, nos condena a una vida de agotamiento, lentitud mental, y baja capacidad regenerativa.


En el caso de la tiamina, la DDR o Cantidad Mínima Imprescindible, es decir la dosis diaria por debajo de la cual los humanos moriríamos de una devastadora enfermedad carencial total (Beri-Beri) es apenas 1,5 miligramos. Sin embargo, esta elegante molécula ha sido empleada en dosis de hasta 500 miligramos diarios para tratar enfermedades neurodegenerativas desmielinizantes e incluso ciertas formas de retraso mental. La doctora Ruth Flynn Harrel diseñó ocho décadas atrás un tratamiento de apoyo para los niños con Síndrome Down y otras formas de retardo mental, suplementando grandes cantidades de ácido glutámico, extracto seco de tiroides, diversas vitaminas del complejo B y tiamina, todo en dosis entre 30 y 100 veces mayores que las DDR oficiales. Dichas intervenciones logran subir el cociente intelectual (IQ) de estos niños hasta 20 puntos (1). La concentración total de tiamina y sus derivados en la sangre de los animales salvajes es de aproximadamente 1 μM, mientras que en los seres humanos que habitan en urbes modernas es sólo 0,1 μM. En el cerebro de las ratas, la tiamina y sus derivados están presentes en concentraciones de 6-13 nmol/g de peso húmedo, mientras que en los seres humanos alcanzan sólo 3-4 nmol/g. Estos datos indican que el humano promedio está groseramente deficiente de vitamina B1.


Nota para profesionales:

El suministro de dosis relevantes de tiamina, dado su rol en el metabolismo de los carbohidratos y los procesos bioenergéticos, es especialmente importante para el funcionamiento del sistema nervioso central y periférico, el sistema cardiovascular y la función motora. Los profesionales deben recordar que la tiamina es absolutamente indispensable como coenzima en los procesos catalizados por:

1. PIRUVATO DESHIDROGENASA (que convierte piruvato, NAD+ y coenzima A en CO2, NADH y acetil CoA, crucial para el ciclo de Krebs).

2. ALFACETOGLUTARATO DESHIDROGENASA (conectada al ciclo del Acido Tricarboxílico).

3. TRANSKETOLASAS (síntesis de NADPH, ribosa y desoxirribosa en la vía de las pentosas), así como en la transferencia de grupos aldehído -unidos a su anillo tiazol. ¡Considérenla pues como un formidable agente farmacológico!

El papel de la tiamina en las vías metabólicas básicas de la célula es de considerable importancia. En los organismos vivos, la tiamina está presente en forma libre y como varios derivados fosforilados.


El papel de la tiamina y sus derivados en el metabolismo de las células puede considerarse en tres aspectos. En primer lugar, como cofactor de muchas enzimas que controlan la bioenergética, el metabolismo de los aminoácidos y la transformación de varios carbohidratos, incluidas las pentosas, necesarias para la síntesis de nucleótidos. Asimismo, la tiamina ejerce control sobre el metabolismo celular mediante la regulación alostérica de las enzimas, la transmisión de señales nerviosas en las sinapsis y la regulación de la síntesis de proteínas mediante los llamados “ribointerruptores”. Varias decenas de estudios sugieren inequívocamente que la tiamina, sus derivados fosforilados y las enzimas dependientes de la tiamina juegan un rol importante en la reacción ante agresiones ambientales como el estrés oxidativo (ROS) y los gérmenes patógenos.


La tiamina, tras su fosforilación a difosfato de tiamina, actúa como coenzima de muchas enzimas que catalizan diversas reacciones de carboxilación y descarboxilación, así como la transferencia reversible de fragmentos de dos carbonos entre diversos donantes y aceptores. Investigaciones recientes indican que el grupo amino del anillo de pirimidina también desempeña un papel esencial en el proceso de descarboxilación. Las rutas bioquímicas clave, incluyendo la síntesis y la degradación de carbohidratos, aminoácidos y nucleótidos, implican enzimas dependientes del difosfato de tiamina. Hay muchas enzimas dependientes del difosfato de *tiamina que propician la bioenergética (incluyendo la fermentación alcohólica, fosforilación oxidativa y fosforilación a nivel de sustrato) y en muchas reacciones anabólicas como la fotosíntesis, la biosíntesis de ácidos grasos, isoprenoides y nucleótidos. Todas ellas están presentes en casi todos los organismos vivos, con la excepción de algunos procariotas como la Borrelia burgdorferi y las cianobacterias[1].


[1]