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ARQUITECTURA DEL COLÁGENO Y VITAMINA C

Actualizado: 1 jul 2022

Nuestro tejido conectivo necesita un "cemento celular" o sustancia base sin la cual simplemente nos desmoronamos. Como otras proteínas, el colágeno consta de cadenas polipeptídicas, cada una de las cuales contiene alrededor de mil residuos de aminoácidos, sumando unos dieciséis mil átomos. A diferencia de las proteínas de tipo enzimático, cuya secuencia primaria contiene complejas combinaciones de aminoácidos, la secuencia primaria del colágeno consta apenas dos: glicina (con “g”) e hidroxiprolina. Alternándose uno a otro, ambos aminoácidos construyen cadenas polipeptídicas, que se enroscan luego formando una hélice. Mas tarde, tres de estas hebras helicoidales se enrollan a su vez una alrededor de la otra, como una cuerda, formando la hélice tridimensional de la molécula completa. Es comprensible que, dentro de nuestras células, el proceso de biosíntesis de esta complicada estructura avance en fases sucesivas. Una de las claves terapéuticas en este caso, proviene precisamente del hecho de que el ácido ascórbico está involucrado en cada una de dichas fases. Considerando su peculiar configuración en “triple hélice”, el colágeno es una supermolécula (es decir, tiene una estructura cuaternaria[1]).


Si bien se sabe desde hace ocho décadas que la vitamina C es esencial para la fabricación de colágeno, la conexión entre las cardiopatías y el escorbuto subclínico en que pasa su vida gran parte de la población moderna no parece tan obvia. Como de inmediato veremos, nuestra especie debería ingerir a diario una cantidad de vitamina C equivalente a la que ingieren los otros primates, es decir, unos 10 a 18 gramos. La provisión continua de ascorbato a cultivos de tejido conectivo humano aumenta hasta ocho veces (800%) la síntesis de colágeno, sin aumentar por ello la tasa de síntesis de otras proteínas. De este hecho colegimos que la vitamina C debe tener un rol fundamental en su síntesis. El primer paso en la fabricación del colágeno es la creación de una estructura de tres hebras, con los aminoácidos glicina y prolina como sus componentes principales. Este todavía no es colágeno sino su precursor, el pro-colágeno.



Fig.1 El hervor prolongado de huesos, piel, cartílago y otras partes del cuerpo de los animales hidroliza las moléculas de colágeno de esos tejidos (reaccionan con moléculas de agua) para formar compuestos más pequeños, resultando en una sustancia peculiar que llamamos gelatina. La gelatina es un alimento razonablemente bueno, pero incompleto, ya que carece de los aminoácidos esenciales fenilalanina y triptófano. La clásica base de sopa es una solución de gelatina, al igual que los platos de áspic.



Nota: Ni la imagen ni el comentario de arriba son una recomendación dietética, sino apenas una descripción. Ingerir gelatina NO tiene propiedades de regeneración vascular conocidas.


Dado que la producción de pro-colágeno por fuerza precede a la producción de colágeno mismo, la vitamina C debe tener un papel en este paso —la formación de las cadenas polipeptídicas del pro-colágeno— junto con su ya conocido rol en la transformación de pro-colágeno en colágeno. Dicha conversión consiste en la sustitución de un grupo hidroxilo (-OH) por un átomo de hidrógeno, (H+) en cada residuo de prolina a lo largo de las cadenas polipeptídicas, convirtiendo así esos residuos en hidroxi-prolina. Esta reacción de “hidroxilación” consolida estructuralmente las cadenas en la triple hélice del colágeno. A continuación, se necesita aun otra tanda de hidroxilación, esta vez de los residuos del aminoácido lisina, transformándolos en hidroxi-lisina. Este último paso resulta en la capacidad del colágeno para formar retículos (es decir, redes) que luego construirán la trama conectiva de los tejidos vivos. Se sabe que estas reacciones de hidroxilación son catalizadas por dos enzimas diferentes: prolil-4-hidroxilasa y lisil-hidroxilasa, en cuya función está involucrada también la vitamina C, ya que se consume una molécula de ácido ascórbico por cada átomo de hidrógeno (H+) reemplazado por un hidroxilo (-OH). Es de especial valor comprender que la vitamina C se consume en la creación de colágeno.


¿Cuánta vitamina C deberían consumir los humanos?


En comparación con los primates no-humanos, cuya dieta está repleta de ácido ascórbico, los habitantes de las urbes contemporáneas en la era postindustrial tomamos cantidades groseramente bajas, subóptimas, de este nutriente esencial. Esto es, alcanzamos a ingerir suficiente ácido ascórbico para no morir (DDR), pero no lo suficiente para prosperar. Considerando lo anterior, y el hecho de que la exposición a contaminantes ambientales (como el monóxido de carbono y el humo de los cigarrillos) eleva de manera dramática los requerimientos de vitamina C, nuestra dieta debería contener no menos de 80 mg por kilo de peso corporal. Esto equivaldría a tomar unos 6.000 miligramos para una persona de 70 Kg y casi 8.000 miligramos para un individuo de 95 Kg. Para algunas personas, es probable que el requerimiento sea incluso el doble de esta cantidad. Hay pues dos poderosas razones por las que, para una buena salud, necesitamos cantidades mucho mayores de vitamina C que las presentes en la dieta estándar. Primero, existe la continua necesidad del cuerpo de la síntesis de grandes cantidades de colágeno para el crecimiento y para el reemplazo del colágeno degradado por el desgaste diario. En segundo lugar, la vitamina C, en las reacciones críticas que ensamblan el colágeno en los tejidos, no opera simplemente como catalizador o acelerador enzimático, sino que se destruye en el proceso.