DISAUTONOMÍA
Actualizado: 17 may
Si has notado que ha disminuido tu tolerancia a los cambios externos, ya sea al clima, al trabajo, a las personas o a los esfuerzos, puedes estar desarrollando un Síndrome Disautonómico. La disautonomía es, en esencia, un estado de fatiga y desequilibrio nervioso. El sistema nervioso autónomo (SNA), también conocido como sistema nervioso vegetativo, se encarga de controlar las funciones corporales independientes de nuestra voluntad, como la respiración, la circulación sanguínea, los latidos del corazón, la digestión, la presión arterial y la temperatura corporal. Dicha fatiga nerviosa baja tu productividad y capacidad de adaptación física, psicológica e interpersonal. Los cambios ambientales, por ejemplo, demandan ajustes continuos del organismo, que se destruiría muy pronto sin la intervención reguladora del sistema neurovegetativo.

El SNA se divide en diferentes conjuntos de nervios que forman los sistemas nerviosos simpático y parasimpático. Ambos sistemas actúan sobre los mismos órganos, pero con funciones opuestas y antagónicas. En otras palabras, las reacciones que el sistema simpático estimula en situaciones ambientales estresantes o amenazantes (por ejemplo, aumento de los latidos del corazón) son luego aliviadas por el sistema parasimpático para estabilizar el organismo una vez que pasa el estado de alarma (reducción de los latidos del corazón). La disautonomía es entonces un trastorno causado por alteraciones del sistema nervioso autónomo consistente en un desequilibrio entre los aspectos simpático y parasimpático del SNA que afecta a las funciones involuntarias coordinadas por este. Algunas situaciones favorecen la aparición de estos episodios. Por ejemplo: después de haber estado de pie durante mucho tiempo, de haberse levantado de la cama de forma repentina, o de detenerse por completo en medio del ejercicio algunas personas tienen una sensación de desmayo, porque el retorno venoso al corazón se enlentece bruscamente y llega menos oxígeno al cerebro.

La disautonomía es un trastorno del Sistema Nervioso Autónomo que puede afectar a personas de cualquier edad, pero es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Entre las causas de disautonomía figuran factores genéticos, enfermedades virales, enfermedades autoinmunes (diabetes tipo 1 -DBT1-, síndrome de Sjögren), enfermedades cardiovasculares o neurológicas degenerativas (como Parkinson o demencias vasculares), intoxicación, fibromialgia, traumatismos y a una combinación de esfuerzo físico y estrés sostenido. La disautonomía puede ser una enfermedad primaria o secundaria. En este último caso, es un síntoma asociado a enfermedades como la hiperinsulinemia, el alcoholismo, los tumores, las enfermedades metabólicas, autoinmunes, entre otras. Este síndrome es perfectamente curable si se llevan a cabo las modificaciones sistémicas necesarias, incluyendo sauna, ejercicio, supernutrición, higiene del sueño, masajes, reposición hormonal, meditación guiada, QiGong y terapia de flotación con restricción sensorial.[1]
[1] Denominada REST (Restricted Environmental Stimulation Technique) o terapia de restricción de estímulos sensoriales, esta técnica es conocida popularmente como FLOTACIÓN.

En caso de que experimentes los siguientes síntomas, conviene que lo informes a tu terapeuta: miedo o preocupación continua, taquicardia (o sensación de latidos más enérgicos), dolor sordo en el pecho, opresión precordial, sensación de catástrofe inminente, sudoración descontrolada, piernas inquietas. Como es obvio, esta constelación de síntomas resulta de la pérdida de capacidad adaptativa del SNA -resultante en inelasticidad o intolerancia- por exposición continua a estresores ambientales o daños internos.
