Ernesto Prieto Gratacós
DISAUTONOMÍA
Sin saberlo, muchas personas padecen un desequilibrio neurovegetativo. Si ves que ha disminuido tu tolerancia a los cambios externos, ya sea al clima, al trabajo, a las personas o a los esfuerzos cotidianos, puedes estar desarrollando un Síndrome Disautonómico. La disautonomía es, en esencia, un estado de fatiga hormonal y desequilibrio nervioso. El sistema nervioso autónomo (SNA), conocido también como sistema nervioso vegetativo, se encarga de controlar las funciones corporales independientes de nuestra voluntad, como la respiración, la circulación sanguínea, los latidos del corazón, la digestión, la presión arterial y la temperatura corporal. Dicha fatiga nerviosa predispone a eventos cardiacos, baja tu productividad, tu sexualidad, así como tu capacidad de adaptación física, psicológica e interpersonal.

El hecho de perder flexibilidad nerviosa y metabólica te hace vulnerable a cambios bruscos de toda clase. Los cambios ambientales, por ejemplo, demandan ajustes continuos del organismo, que se destruiría muy pronto sin la intervención reguladora del sistema neurovegetativo. El SNA se divide en diferentes conjuntos de nervios que forman los sistemas nerviosos simpático y parasimpático. Ambos sistemas actúan sobre los mismos órganos, pero con funciones opuestas y antagónicas. En otras palabras, las reacciones que el sistema simpático estimula en situaciones ambientales estresantes o amenazantes (por ejemplo, aumento de los latidos del corazón) son luego aliviadas por el sistema parasimpático para estabilizar el organismo una vez que pasa el estado de alarma (reducción de los latidos del corazón).

La disautonomía es entonces un trastorno causado por alteraciones del sistema nervioso autónomo consistente en un desequilibrio entre los subsistemas simpático y parasimpático del Sistema Nervioso Autónomo que afecta a las funciones involuntarias coordinadas por este. Algunas situaciones favorecen la aparición de estos episodios. Por ejemplo: después de haber estado de pie durante mucho tiempo, de haberse levantado de la cama de forma repentina, o de detenerse por completo en medio del ejercicio algunas personas tienen una sensación de desmayo, porque el retorno venoso al corazón se enlentece bruscamente y llega menos oxígeno al cerebro.

La disautonomía es un trastorno del Sistema Nervioso Autónomo que puede afectar a personas de cualquier edad, pero es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Entre las causas de disautonomía figuran factores hormonales, enfermedades virales, enfermedades autoinmunes (diabetes tipo 1 -DBT1-, síndrome de Sjögren), enfermedades cardiovasculares o neurológicas degenerativas (como Parkinson o demencias vasculares), intoxicación, fibromialgia, traumatismos y a una combinación de esfuerzo físico y estrés sostenido. La disautonomía puede ser una enfermedad primaria o secundaria. En este último caso, es un síntoma asociado a enfermedades como la hiperinsulinemia, el alcoholismo, los tumores, las enfermedades metabólicas y autoinmunes, entre otras.

En caso de que experimentes los siguientes síntomas, conviene que lo informes a tu terapeuta: miedo o preocupación continua, taquicardia (o sensación de latidos más enérgicos), dolor sordo en el pecho, opresión precordial, sensación de catástrofe inminente, sudoración descontrolada, piernas inquietas. Como es obvio, esta constelación de síntomas resulta de la pérdida de capacidad adaptativa del SNA -resultante en inelasticidad o intolerancia- por exposición continua a estresores ambientales o daños internos.

Es por eso que un recurso efectivo en la disautonomía es la terapia acupuntural, perfeccionada en la práctica clínica de la Medicina Tradicional China durante siglos. Conviene recordar que el SNA, comúnmente denominado neurovegetativo o sistema nervioso visceral, está a cargo de la porción discreta de comunicación interna del organismo -la vida vegetativa- siendo las secreciones endocrinas y paracrinas la porción continua del sistema de control interno. Su función consiste en controlar los vasos sanguíneos, vísceras, glándulas secretoras, así como la respiración, la digestión y la temperatura. El neurovegetativo rige las adaptaciones automáticas inmediatas y sin intervención de nuestra consciencia en respuesta a desafíos y agresiones ambientales. El sistema neurovegetativo rige pues el control interno porque es responsable, entre otras funciones, de las respuestas reflejas. Controla los músculos lisos, los músculos cardíacos y las glándulas exocrinas, permitiendo el aumento de la presión arterial, el aumento de la frecuencia respiratoria, los movimientos peristálticos y la excreción de sustancias.

Aunque se lo denomina “autónomo”, el sistema neurovegetativo no es independiente del resto del sistema nervioso, por lo que el nombre alude más bien a su independencia de la consciencia. De hecho, el SNA está interconectado con el hipotálamo, que coordina respuestas conductuales para garantizar la homeostasis. Se sabe que el neurovegetativo está constituido por un conjunto de neuronas ubicadas en la médula y el tronco cerebral. En el sistema nervioso, un receptor específico es capaz de sentir o percibir una perturbación ambiental o propia, llevando a cabo el proceso denominado transducción, que es la conversión de un estímulo (calor, frío, sabores, olores, sonidos, vibración, punción, golpe o caricia) en una señal eléctrica precisa en la membrana de las neuronas receptoras.

Este síndrome es perfectamente curable si se llevan a cabo las modificaciones sistémicas necesarias, incluyendo sauna, ejercicio, supernutrición, higiene del sueño, masajes, reposición hormonal, meditación guiada, QiGong y terapia de flotación con restricción sensorial.[1]
[1] Denominada REST (Restricted Environmental Stimulation Technique) o terapia de restricción de estímulos sensoriales, esta técnica es conocida popularmente como FLOTACIÓN.

Para quien está demasiado estresado y tenso, en particular si ya se está manifestando el Sindrome de Reacción Ortostática (taquicardia) no es conveniente hacer ejercicios bruscos e intensos, que solo agregan mayor tensión y sobrecarga. En ese caso, los ejercicios suaves y progresivos como el Qi Giong, el Hata Yoga y probablemente Pilates, pueden aliviar el estrés y contribuyen a ir equilibrando el organismo.
Ernesto Prieto Gratacós
Laboratorio de Ingeniería Biológica
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