top of page

LEUCOCITOS, INTERFERONES Y LA GRIPE DE WUHAN

Cada año, o más exactamente, cada temporada de influenza invernal, se genera un nuevo brote de infecciones respiratorias virales. La pandemia de gripe de 2020-2021 no fue muy diferente. Pero evaluar su mortandad verdadera requiere estimar solo las muertes genuinamente causadas por COVID, no la inflada estimación de personas fallecidas con el virus, pero cuya real causa de muerte fue un trastorno del cerebro, el corazón, el hígado, el páncreas, etc. Considerando el índice mortalidad-por-toda-causa, y en comparación con el promedio de las muertes anuales por patologías degenerativas e infecciosas, la pandemia de coronavirus SARS COV 2 causó en 2020 una mortalidad real 31% peor que el promedio de las gripes estacionales de costumbre (1). Ni siquiera cerca del escenario apocalíptico anunciado. Cada año aparecen y aparecerán nuevas variantes de los virus tradicionales y, cada cierto número de años, otro novel “próximovirus.

Fig.1 Representación computacional de un interferón humano. Los interferones fueron así nombrados porque interfieren con la replicación viral patógena. Nuestra extensa e intensa experiencia clínica con pacientes oncológicos inmunosuprimidos por terapias citotóxicas previas, nos ha dado la certeza de que los mecanismos inmunitarios naturales del organismo deben ser no solo respetados sino incluso apoyados por diversos medios disponibles, como la hipertermia de cuerpo completo (sauna) y las endovenosas de nutrientes inmunoesenciales. Nótese la presencia de tres átomos de Zinc (Zn), imprescindible para la función inmune.


Como en cada década, algunos años traerán mortalidades más bajas, acumulándose así el número de personas susceptibles, los cuales estarán seguidos por un año con temporada gripal mucho más fuerte, debida al “efecto de cosecha” o harvesting. Este fenómeno, descrito por los epidemiólogos hace ya tiempo -pero nunca antes vociferado día a día en todos los medios de comunicación- es la observación de que una sucesión de temporadas de virulencia inusualmente baja es siempre seguida por una temporada viral mucho más alta que se propaga entre todos los individuos propensos y ya debilitados (2-4). Tal fue el caso de los años 2018 y 2019, con temporadas gripales relativamente bajas, seguidas de la llegada de un primo lejano de la familia coronaviridae. ¿Qué haremos pues en la próxima pandemia? El enfocarnos únicamente en el patógeno y olvidar por completo nuestro maravilloso Sistema Inmunitario ha traído resultados desastrosos en otras áreas de la salud, cuya reparación tomará una década entera. Cerrar nuevamente la economía por un año, y aterrorizar-deprimir-desnutrir a la población, causará siempre más destrozos en la salud pública y más muertes -por un factor de 5X a 10X- que la gripe de turno, por más severa que esta sea.


Este libro trata acerca de cómo protegerte de la actual epidemia viral… y de todas las próximas, por medio de micronutrientes esenciales para tu Sistema Inmunitario y ciertas técnicas que lo fortalecen. Desarrollado a lo largo de 350 millones de años, el Sistema Inmunitario de los animales superiores consta de un verdadero ejército de macrófagos, células dendríticas, neutrófilos, linfocitos, etc. capaces de fabricar interferones, anticuerpos y otras sustancias germicidas, con un sofisticado sistema de señales (citoquinas), y capaces de detectar, bloquear y devorar toda clase de patógenos invasores. En el caso de los virus que atacan al sistema respiratorio, los interferones y anticuerpos combaten directamente a las partículas virales circulantes, mientras que los linfocitos T destruyen a las células ya infectadas por el virus.


350 millones de años de Evolución no pueden estar equivocados. Nuestro organismo cuenta con una sofisticada y poderosa flota, con armas químicas más que capaces de destruir virus, hongos y bacterias. Solamente en los últimos 300.000 años (que incluyen la Cuarta Glaciación) la especie humana enfrentó y derrotó cientos de miles de veces a centenares de especies de gérmenes patógenos, incluyendo sus más variadas cepas mutantes. En el caso de los organismos unicelulares el registro molecular de cada una de esas victorias contra los virus viaja con ellos a todas partes, ya que se encuentra insertado dentro de su propio genoma, en sitios especiales conocidos como secuencias CRISPR. Para las bacterias, trenzadas en continua guerra contra los virus desde hace millones de años, las secuencias CRISPR (repeticiones palindrómicas agrupadas e interespaciadas regularmente) son un auténtico archivo militar donde se almacenan físicamente fragmentos de genoma viral que sirven como identificadores. El complejo CRISPR/CAS-9 constituye así un sistema inmunitario bacteriano. Complejos y fascinantes como parecen, los mecanismos defensivos antivirales de los organismos unicelulares palidecen en comparación con los nuestros. Nuestro organismo ha evolucionado para tener sistemas cien veces más complejos, integrados y eficientes que el de las bacterias.

Fig.2 Quién es quién en el Sistema Inmune: Neutrófilos, Monocitos (futuros macrófagos), Linfocitos, anticuerpos… La respuesta inmunitaria tiene dos grandes aspectos: la respuesta humoral (es decir sustancias proteicas defensivas como interferones, pirógenos, citoquinas, anticuerpos, sistema del complemento), y un aspecto celular. La inmunidad mediada por células consta de un formidable ejército microscópico cargado de armas químicas y ácidos destructivos, diseñados a través de la Evolución y probados en trillones de batallas germicidas.


Por otra parte, la familia viral coronaviridae es cualquier cosa menos nueva para la especie humana. Los coronavirus han sido parte integral del viroma planetario eones antes de la aparición de Homo sapiens sapiens. Esta es la razón por la que una gran mayoría de las personas infectadas por SARS COV-2 o por poliovirus experimenta apenas síntomas leves de resfrío, o bien experimenta una infección asintomática. Este fenómeno, conocido como cross-reactive immunity o inmunidad cruzada es muy común en el caso de las numerosas variantes y subvariantes de los virus de influenza. Ello le permite al Sistema Inmune defenderse de una cepa mutante nueva sobre la base de su experiencia anterior con cepas de la misma familia. Un argumento central de este libro es que las armas inmunológicas del organismo humano requieren cierta abundancia de micronutrientes -que supera a la DDR o Dosis Diaria Recomendada de vitaminas y oligoelementos por un amplio margen- para poder vencer a los gérmenes. Además de los nutrientes inmunoesenciales, también debe permitirse el ascenso de la fiebre, sin antipiréticos.