MATERIA PRIMA: micronutrientes y función cognitiva
El hambre celular se manifiesta en las neuronas y células gliales mucho antes que en otros órganos. De hecho, estimamos que un tercio de las patologías psiquiátricas tiene su origen en burdas deficiencias micronutricionales del tejido nervioso superior, vale decir, son patologías carenciales subclínicas. Tu cerebro necesita un suministro constante de micronutrientes para el metabolismo energético de las neuronas y las células gliales, la síntesis de neurotransmisores, la propagación del impulso nervioso y el metabolismo de la homocisteína. Si en el adulto la deficiencia crónica de micronutrientes -en especial de vitaminas B- tiene devastadores efectos en la cognición, el cerebro en desarrollo de un embrión o un niño es aún más vulnerable a la deficiencia de vitaminas y ácidos grasos esenciales. Otro tanto pasa con los adultos mayores, cuya capacidad de digerir y absorber nutrientes declina de modo exponencial en función del tiempo.

Fig.1 Radiografía de un nuevo modelo experimental de desarrollo neurológico denominado "minicerebro". En este modelo ha podido probarse el inmenso impacto de los micronutrientes en el desarrollo neurológico. Crédito: D'Or Institute for Research and Education
Gracias a sus propiedades biológicas únicas, varias vitaminas, aminoácidos, minerales y ácidos grasos garantizan las funciones cerebrales, incluyendo la atención, la memoria, las funciones ejecutivas, el estado de ánimo, el aprendizaje de rutinas motoras complejas y la consolidación de conceptos abstractos. Esto es rápidamente evidente en el metabolismo energético de las neuronas y las células gliales, siempre en intensa actividad. Como hemos comentado antes, a pesar de tener una masa pequeña, de apenas un 2% del peso corporal, el cerebro consume una quinta parte de la energía total generada cada día (ya sea en forma de glucosa o de cuerpos cetónicos). La biotina -una poco reconocida vitamina del complejo B- es crucial para la gluconeogénesis, proceso por el cual se fabrica glucosa en el hígado cuando el organismo entra en ayuno prolongado. La oxidación de la glucosa en el cerebro requiere ciertos micronutrientes como cofactores. Por ejemplo, la tiamina, la riboflavina, la niacina y el ácido pantoténico, además del ácido lipóico, se utilizan en las reacciones que extraen energía de la glucosa generando dióxido de carbono y agua. En esta total combustión de la glucosa (degradación oxidativa) también los minerales esenciales, magnesio, hierro y manganeso, son cofactores indispensables de las enzimas metabólicas. Al mismo tiempo, la generación de energía celular en forma de ATP requiere las vitaminas B2 (riboflavina) y B3 (niacina), así como el hierro contenido en los grupos enzimáticos hierro-azufre y la coenzima Q10, que hemos discutido recientemente.
Cuando estás en reposo, tanto como el 15% del bombeo cardíaco se destina a irrigar tu cerebro, que depende del aporte de sangre oxigenada de segundo en segundo. Aquí también la nutrición es crítica, dado que la crónica insuficiencia de varios componentes de la dieta deteriora las arterias cerebrales y crea las condiciones para ocasionar isquemia cerebral o bien derrames (hemorragias). Además de varios aminoácidos, las vitaminas del grupo B, como la tiamina, la riboflavina, la niacina, la piridoxina, el folato y la cobalamina, son imprescindibles para la síntesis de neurotransmisores. La vitamina C es también necesaria para la síntesis de la norepinefrina, mientras el zinc se requiere para el GABA, aspartato y norepinefrina. La colina, parte del complejo B, es precursora del neurotransmisor acetilcolina.

Fig.2 Los neurotransmisores son mensajeros químicos cerebrales segregados por una neurona que transmiten un impulso a otra neurona vecina, o a un efector muscular, como en el caso de las neuronas motoras. Los neurotransmisores tienen efectos excitadores o inhibidores. Existen dos clases principales: los aminoácidos pequeños (ácido γ aminobutírico [GABA], glutamato, aspartato y glicina) y las aminas biógenas (como la dopamina, la epinefrina, la norepinefrina, la serotonina, la histamina y la acetilcolina).
Se sabe hace mucho que varios micronutrientes influyen en la propagación del impulso nervioso. En particular, la B9 (folato) y la B12 (cobalamina) preservan la integridad de la vaina de mielina que recubre los nervios, sin la cual no es posible la propagación del impulso bioeléctrico, en tanto que la B1 (tiamina) es imprescindible para mantener el potencial de membrana de la neurona y para una correcta conductancia nerviosa. Además, el hierro regula los oligodendrocitos, células cerebrales que fabrican la mielina. Las coenzimas de la niacina, NAD y NADP, son necesarias para varias reacciones RedOx y de otro tipo en el organismo. La deficiencia absoluta de niacina, conocida como pelagra, estaba ligada históricamente a la pobreza y una dieta basada en granos pulidos o patatas o maíz, que es bajo en niacina biodisponible. En los países desarrollados la pelagra franca es infrecuente, pero puede darse en casos de alcoholismo crónico y en individuos con síndromes de malabsorción, sin embargo, las deficiencias crónicas de este nutriente son la norma, no una excepción. La pelagra se caracteriza por la demencia. Los síntomas neurológicos de la pelagra incluyen dolor de cabeza, fatiga, apatía, depresión, ataxia, falta de concentración, delirios y alucinaciones, que pueden llevar a la confusión, la pérdida de memoria, la psicosis y finalmente, a la muerte.