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  • Foto del escritorErnesto Prieto Gratacós

FUNDAMENTOS DEL CUIDADO

Con las intervenciones moleculares correctas, la maquinaria biológica humana puede ser reparada y optimizada. Esto ya es posible con el conocimiento y la tecnología disponibles hoy, siempre y cuando se sepa con exactitud qué parte de nuestra compleja máquina requiere correcciones. Tu conocimiento y disciplina pueden transformar enteramente tu vida y, en lo que a tu organismo respecta, apenas un puñado de acciones beneficiosas aplicadas consistentemente a lo largo del tiempo, producen los más grandes cambios. Para esto, es necesario echar una mirada a varios indicadores internos que revelan el estado del organismo ya que, después de todo, no se puede administrar lo que no se mide. Tales son los fundamentos del cuidado del organismo.


Este blog, nuestro canal de YouTube y nuestros webinars gratuitos proveen una iniciación al conocimiento y las herramientas para optimizar el organismo. Observando, midiendo y corrigiendo reiteradamente determinados indicadores a lo largo de periodos específicos (proceso de iteración), enfocándose en los biomarcadores y suplementos de mayor relevancia, las patologías que azotan a la Humanidad pueden ser evitadas por completo, incluso décadas antes de que ocurran. ¿Pero, qué deberíamos estar testeando? Resulta que no todos los indicadores bioquímicos y fisiológicos tienen el mismo peso en el funcionamiento del cuerpo. Saber esto resulta en una enorme ventaja porque no solo nos permite enfocarnos en los indicadores fisiológicos cruciales, sino que también permite un considerable ahorro de recursos. Tal es el beneficio de aplicar la distribución de Pareto (o principio 80/20) como lo hemos descrito en varias conferencias y escritos.


Nada realmente bueno debe ser hecho una sola vez. Tal es el caso de los análisis de laboratorio, cuya frecuencia apropiada debería ser trimestral (no anual, en el mejor de los casos), para permitir capturar desviaciones sutiles de nuestros biomarcadores mucho antes de que se declare una verdadera enfermedad. La primera razón por la que conviene hacerse análisis cada tres meses es que el organismo sufre muchos cambios a lo largo del año debido a varios factores externos (como el clima, la malnutrición, infecciones estacionales, vicisitudes laborales, personales, etc.). La segunda razón es que los testeos frecuentes posibilitan un análisis longitudinal de los datos -para quien sabe interpretarlos mas allá de la supuesta "normalidad estadística"-, revelando sutiles tendencias pre-patológicas que de otra manera pasarían desapercibidas. La clave de dicha estrategia radica en intervenir antes de que ya sea demasiado tarde.

Para este cometido, un concepto fundamental a considerar es que el término normal no significa “sano”, “bueno” u “óptimo”, sino apenas un vocablo estadístico que ayuda a entender el comportamiento fisiológico general de una población, y que puede no ajustarse en lo más mínimo a tu situación y requerimientos individuales. Entendiendo que normal es sinónimo de óptimo, la interpretación de nuestros estudios debe ser hecha desde una perspectiva de salud vibrante, y no de “estar dentro del rango de referencia”.


Otro concepto central de nuestra filosofía de salud es que la ruta del genotipo al fenotipo está pavimentada por las moléculas nutricionales. En otras palabras: Tu alimentación, respiración y demás actividades determinan la expresión de tus genes. Por esto último, más que estudios genéticos que apuntan a lo que podría llegar a surgir, son necesarios estudios bioquímicos que informan lo que finalmente ha terminado sucediendo (el actual resultado biológico de la interacción entre tus genes, tu medio ambiente y tus acciones).

Una breve lista general de procesos internos fundamentales para la salud -y que conviene vigilar de cerca- incluye los siguientes fenómenos internos del organismo: anemización, fermentación, hidroxilación, sarcopenia, hipertensión, caramelización, inflamación, metilación, neutralización, inmunosenescencia. En esta corta lista, casi todos los procesos son negativos, excepto dos (hidroxilación del colageno y la neutralización de las toxinas en el hígado) que son positivos. Muy sencillamente debemos, en lo posible:


a) Prevenir la declinación progresiva de la concentración de hemoglobina que viene con la edad (o bien ya está presente en la juventud por deficiencias nutricionales).

b) Prevenir que decline la capacidad de nuestras mitocondrias para generar energía celular en presencia de oxígeno.

c) Garantizar la continua creación de tejido conectivo de buena calidad -especialmente en las arterias-.

d) Contrarrestar la pérdida de masa muscular que sobreviene con la edad.

e) Garantizar presiones sanguíneas por debajo de 115/75 mmHg gracias -nuevamente- a una buena función mitocondrial.

f) Disminuir la glicación o “caramelización” de los tejidos del organismo, resultante de la hiperglucemia crónica.

g) Reducir la inflamación crónica de bajo grado.

h) Garantizar la apropiada metilación de nuestro material genético para evitar que se manifiesten los genes inadecuados.

i) proveer adecuada nutrición para la síntesis de enzimas hepáticas neutralizadoras de toxinas.

j) Prevenir la declinación del Sistema Inmune con el aporte de nutrientes inmunoesenciales y el entorno hormonal adecuado.


Algunos biomarcadores cruciales para vigilar en relación con la lista anterior son: La familia de enzimas de la LDH, la vitamina C en orina, el nivel de hemoglobina, el IMC y la composición corporal (específicamente, el porcentaje de masa muscular), la presión sistólica, la hemoglobina glicosilada o HbA1c, la circunferencia de la cintura, la capacidad vital -medida con espirómetro- y las transaminasas hepáticas (GGTP, GOT, ALT), y la hormona suprarrenal DHEAs. Comienza a medir lo que verdaderamente cuenta y a obrar con inteligencia sobre tu organismo.

Ernesto Prieto Gratacós

Laboratorio de Ingeniería Biológica


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